lunes, 30 de julio de 2012

XLIV

A MIS POETAS



Bienaventurado el hombre
que paseando por jardin nocturno
recibió la dicha exclusiva
de un perfume floral.

Feliz el hombre
que cerrando una Sura,
en mitad del desierto,
escuchó la melopea del azahar y el jazmín.

Glorioso el hombre,
en la selva indomable, 
testigo de la noche fracturada
con la luz de las gardenias.

Dichosos ellos por ser
 supervivientes del portento
-y de la extinción de lo admirable-
y por vivir para escribirlo.