Allí, en el obscuro,
en la hondura de la grieta,
miro la muerte
del aliento del alba.
Bosques de tiniebla
mueven sus ramas subterráneas.
La razón yace rota
y la esperanza es composta
que acuna sierpes ponzoñosas.
Lejos están las nubes y la lluvia,
lejos los sueños compartidos,
imposibles ya los deleites de la aurora.