domingo, 29 de julio de 2012

FF

Reunidos en un rincón del parque, se abre la plancha y los cofrades se abocan a los trabajos. Por supuesto, cada cuál en la función de su grado.

-¿Es posible que abran un agujero negro en el centro mismo de nuestro planeta?-, preguntó alguno.
Todos los demás asentimos. Algún otro se mostró contario:
-No, no. A mí me parece poco factible. ¿Por qué ésta partícula subatómica en particular, podría generar tal problema?
Todos voltearon a verme. Pasé un trago largo, paladeándolo.
-Pienso que si esa partícula representa la identidad primigenia del universo, se contrapondrá a la identidad actual. Ello porque el momento actual es evolución. Sin entrar en detalles engorrosos, recordemos el transfondo del Principio de Incertidumbre, de Heissemberg. Nuestro universo no es sino una singularidad dentro de una línea probabilística menor.

Después de un silencio breve, alguien preguntó:

-Entonces, ¿debemos detener el avance de la ciencia?
-De la ciencia no, de la tecnología sí; o al menos calibrar más sus alcances, especialmente sus perjuicios. Pero no me haga caso, compañero, sólo soy un trasnochado enamorado de la Hélade.

Hubo otro interludio de silencio. Después, alguien levantó la voz:

Bueno, pero alcánceme la anforita. Eso de saber que soy un accidente, o la variable menor probable del espectro, me ha dado calosfríos, y creo que hasta reuma. Necesito un buen buche para que no se me vaya el sueño. Salud.