lunes, 30 de julio de 2012

PP

La farmacia está cerrada, lo sabía. Sólo quise saber si la lluvia no había obligado a esa mujer a esperar -esperarme- bajo la marquesina roja. El agua negruzca está en mis zapatos. Jalo aire y prosigo mi andanza. Un bajo continuo, de rítmica hirsuta, me percute en los ojos y el alma. Y apenas son las tres con cuarenta... qué distante está el amanecer.