Por entre las enredaderas tupidas, entreveo un patio grande. Me he encontrado que flotando cerca de esta reja, en el dicho patio, anda un globo con piel de plástico metalizado y entrañas de helio. Tiene forma de equinodermo. El globo pertenece a la especie de los obsequios que se dan los enamorados (nunca entregué uno de esos, quizá ahí está el origen de mis males). Se desliza a unos veinte centímetros del suelo, negándose a abandonar éste ángulo. Evidentemente el helio de su interior, como todo él, es idea y manipulación de humanos; mas viéndolo me viene la idea de si hubiésen bacterias capaces de transformar substancias complejas en elementos. Hasta donde sé, sólo simplifican las substancias no las reducen a un estado elemental. Bacterias heliogénicas, eso sería bueno. ¿Qué características tendrían?
Aprovechando el viento escaso, el globo se acerca a la banca de concreto. Ahora, se frota contra la banca como lo hace el perro adolescente en la pierna de un invitado.