viernes, 20 de julio de 2012

M

Ese ser geóphoro (oficio, vocación, destino) es la plenitud del varón, no sólo por el sentimiento que le embarga cuando la alborada o la noche dan las gracias por su denuedo; sino, y con más llaneza, porque la mujer así lo exige y determina.
Además, cuando la Tierra entra en la reacción refleja, por tanto, inconsciente, o simplemente le llega el capricho de reclamar su derecho a la deificación ante sí misma, practica la geophorophagia. Destino más propio de titán que de hombre.
En fin, todo sea por la voluntad de supervivencia de esta especie (el varón) que se extingue a pasos agigantados.
No faltará quien llame a esto "la marcha de los tiempos". Bueno, eso será para otro puro y otra botella. Ahora, a pensar en Ella.